Era la cima, de esa pequeña cima, que flotaba en lo mas lejano del cielo interminable.
Miró su mano y la vió.
Sintió que debía decirselo, quizás...
quizás...
quizás.
Reocordó que de chico le gustaba dibujar.
Que las aventuras, siempre eran vistas de arriba.
que las cosas pequeñas, existian.
Faltaban, 4 minutos y ya había vuelto a la realidad.
Había pensado que el tiempo lo llamaba y se dió cuenta, que a él, la falta de tiempo, a veces lo distraía.
Pero ahora él se había permitido una pausa o era esa puerta que le llamaba la atención.
un minuto...
Pasó otro día, ahora eran las 12.
Pablo Brand
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