martes, 20 de marzo de 2012

Más que claro

Eran las tres de la mañana de un lunes cuando sonó el timbre insistentemente.
Fue en el pasillo de su casa, que descubrió que: dada la insistencia en los timbrazos, se podía deber a dos simples razones.
Siempre le había gustado el dualismo en el mundo.
Fue cuando se encontró abriendo la puerta.

El vecino colorado, como nunca lo había visto, despidiendo una especie de baba rabiosa, se le abalanzó en gestos prepotentes al interior de su casa.
Fue cuando "nuestro protagonista" descubrió, que todo eso se trataba de una invanción zombie.
Cómo siempre lo había pensado...
Se estaba dando…
¡Claro! Júpiter se había alineado con Plutón esa noche… y estaba todo más que claro.
Era una invación zombie, tanta baba y ese color rojizo en la frente de la pelada del vecino, no podían estar indicando otra cosa.
Salvo…
Salvo, la mujer del pelado que sostenía en brazos a su hijo, de unos 2 años que parecía no poder dejar de llorar.
Esta imagen lo hizo pensar…
Unos instantes…
Era más que claro lo que pasaba…
Se había transformado en zombie justo antes de que abriera la puerta…

O tal vez no…

En una invasión zombie, no era lógico que éstos tocaran el timbre.
Fue cuando se le ocurrió, la más terrible de las teorías pensadas por el humano.
Su vecino, “el pelado”, estaba siendo atacado, por esa maldita programación de los humanos, de pensar que son conscientes de sus actos. De creer que él, “nuestro protagonista”, “el vecino del pelado”, debería interpretar, que una vida equilibrada y séria, sería dormir temprano, porque al otro día se tenía que trabajar y en su total inconsciencia de humano programado, esgrimiera la única razón del horario y la frase del porque ya es tarde y cómo todos los humanos al otro día trabajamos, es más que lógico que debería bajar la música. Que por si fuera poco no dejaba de retumbar en las paredes con temas de su adolescencia.

Fue cuando detuvo la escena y pensó unos instantes…

Hasta que las manos del pelado comenzaron a empujarlo.
Claro, “nuestro protagonista”, gran lector de la calles empedradas, le contestó con el idioma de esos lugares.

Al pelado, lo fueron a buscar bajo las escaleras. Estaba sano, pero con una herida mortal en su ego, que a esa altura se escribía sin mayúsculas.
La mujer también gritando, pero ya sin acercarse a “nuestro protagonista”, sino a su marido, “el pelado”, bajó las escaleras en su búsqueda y descuidó su máximo tesoro: su hijo, que había dejado de llorar y miraba intrigado a "nuestro protagonista".

“Nuestro protagonista” lo miró a los ojos y le dijo:
-No dejes que te quemen la cabeza con boludeces… Tu mundo, el interior, puede salir a esta realidad y ser todo aquello que vos quieras. Y si en el camino molestas a alguien, es cómo una gota en el mar… No se va a gastar en pedirle permiso a cada gota que se cruza en el mar, para pasar.-

Después llegó la policía…
Tuvo que acompañarlos…
Declarar que unas ondas mecánicas habían provocado la furia de su vecino y pavadas por el estilo.
Todo pareció solucionarse cuando llegaron noticias más importantes y la “gente” comenzó a preocuparse por las mismas cosas de siempre.
Algunos siguieron disfrutando de esa estupidez y otros que habían escuchado en un momento, entendieron que la realidad es creada y no transitada.

Pablo Brand
Cuentos para otros.

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