Esa sensación lo volvió a tomar por sorpresa.
Él pensaba, que la sorpresa de esa noche, le saldría a la vuelta de cada recobeco,
y en cada esquina miraba con alegría.
Las esquinas siguieron girando y nada sorprendía a nuestro personaje.
Se dijo, son las esquinas.
Son mis pasos...
Que es lo que pasa que no funciona?
Sonó el celular...
Lo vió y recordó ese pasado tan presente.
Ese pequeño cambio sutil de su existencia.
Volvió a sonar el celular y se dió cuenta...
Que el tiempo no estaba detrás de ninguna esquina.
Que sus pasos no le importaban al espacio.
Que era bueno estar en esta época.
Sentir esa conexción; con vaya a saber que herramienta...
Esa sensación, que le confirmaba el arcoiris.
Ese tesoro al final del camino.
Esa mujer, que tenía el atrevimiento necesario para crear esa realidad.
Ese fué el momento que entendió que no era necesaria, la esquina, sus pasos, ni el tiempo.
Porque la distancia no existía.
El espacio funcionaba para recordarle, lo que hay que disfrutar, en el momento preciso y el tiempo, para decirle que el presente, es ese fragmento de vida que se disfurta.
Se prometió, nunca dejar de ser él, porque ella dejaría de ser ella.
y se sintió el gusano, que atrevido, crea una mariposa.
Miró a la distancia y dijo:
Buenas noches.
Pablo Brand
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