Y se dió cuenta que a veces cuando había que correr,
lo mejor era correr.
Sin importar, si alguien viene detrás,
si alguien hay delante,
solo correr para que el viento pegue en la cara,
mueva los pelos, los brazos contradigan sus intenciones
y miles de sensaciones que poblaban aquellos pensamientos,
se basaban en el escaso contacto con el suelo,
el piso,
la tierra.
El vuelo, solo era intercalado por un apoyo cada tanto.
Poco a poco dejó de sentir el ritmo que le imponían sus deseos
y llegó a esa conclusión:
A él siempre le habían enseñado que su cuerpo
era la fiel representación de su espíritu,
y que en esas sensaciones que recibía se representaba
su realidad. Concluyó como creía que era mejor:
si yo, solo soy esa representación de las sensaciones,
puede mi destino marcarse en la trama del Universo
y así demostrarme en el entendimiento su real significado.
Pablo Brand
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