martes, 27 de abril de 2010

La frase

El tiempo no cambia, lo que cambia es el resto.

La frase lo detuvo, se encontro en el sol, muy cerca de aquel arbol, que manchaba de aquella forma hermosa, las baldosas de esas veredas.

El tiempo no cambia, lo que cambia es el resto.
Volvió a leer.

Un hombre pasó por la esquina, en su bicicleta roja.

Lo siguió con la vista y se preguntó:
Que misterioso que es el universo, como las cosas se parecen tanto en todas las ficciones. Se sonrio un rato, mientras el sol calentaba su espalda.

Volvió su mirada a la sombra de la pared y descubrió que la luz cambiaba las cosas. Tambien entendió que si se veian las diferencias, era porque las habia en su realidad.
Se tentó de pensar lo divertido que le parecía el mundo, desde ese viejo concepto: La Diferencia.

Pero el sol estaba tan lindo que se abandonó a sus sentidos.

Las baldosas estaban orientadas de una extraña manera y pensó, que de niño se podría haber pasado horas mirando aquellas aventuras, entre rayas.

Se volvió a sonreir y recordó muchas cosas pasadas, se dejó llevar...

Vió un pasillo de una casa vieja, que en una ventana muy arriba tenía unas cortinas largas y verdes que luchaban por no dejar entrar la luz. Nunca lo lograban, la luz siempre pasaba. Mas al fondo se veia el verde de un patio soleado, infinidad de cosas navegaban junto a él.

Volvió al cartel.

El tiempo no cambia, lo que cambia es el resto.

Por un momento sintió pena por él.
También admiración, no sabía como había hecho para mantenerse oculto a los ojos de los demás y fue cuando lo entendió.

El tiempo no se ve, quizas se escucha.

Tomo una tiza, que esa mañana se había preguntado como había llegado a su bolsillo y escribió:

El tiempo no se ve, quizas se escucha.

Se alejó sonriendo, pensando en lo que duraría esa escritura en la pared.

Pablo Brand

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