Capitulo III

La noche habia durado una eternidad.
Despues de aquella revelacion, desperte.

El cafe estaba servido, las tostadas con manteca y mucha azucar no se hacian esperar, era un concierto. La mañana. Todo parecia moverse en torpe cariño.

Cuando me di cuenta, volvi al tema que tanto me habia apasionado, en el tiempo anterior.

Juan, el tordo.

Las mañanas en el patio, eran dificiles, porque todo siempre estaba humedo, hasta entrada la tarde. Pero el momento mas increible era cuando las telas de araña mostraban su encanto.
Las gotas del rocio, temerosas de caer, juntaban coraje.
Siempre me habia preguntado a donde ivan a parar esas gotas.
De grande lo entendi, la gota sin esa tela no exisitia, y la tela sin esa araña, tampoco y me gustaba llegar hacia las mas increibles asociaciones.
En un tiempo me asustaron, pero un dia lei en un libro de grandes, que algunos dioses se disfrazan de demonios para no ser molestados por los tontos...
y me avergonce.

Los roles siempre eran dificiles de entender.
Cuando uno se enamoraba, no lo parecia o no lo veian, que era lo mismo que no estuviera enamorado. El mundo parecia complicarse cada vez mas, para luego comportarse como un juego de niños.

Fue en ese momento que, me di cuenta que me miraba o quizas yo lo miraba.
La cuestion que el nene gano, lo corri y lo asuste.

La proxima ves que lo vi fue 9 meses despues. Cuando lo pensaba era mucho, pero cuando lo sentia, era una eternidad, que se volvia segundos.

Esta vez, quizas ya mas maduro; porque mi abuela habia muerto; lo mire de otra forma, y el me entendio, o yo lo entendi, pero me gustaba que esta ves, fuera él, que mostrara su lado.

Nos estuvimos mirando unos minutos, que fueron una eternidad.

Yo no corri, yo no corria, las cosas simples siempre me habian gustado y me gustaba correr cuando jugaba y ese año no me gustaba.

Lo volvi a ver, sabiendo que se quedaria, me habia bastado encontrarme en sus ojos.

Pablo Brand